Mari Ángeles García, David Jiménez y Miguel Ángel Martínez. Fundación Salvador Seguí.
El objetivo de este artículo es reflexionar sobre algunas de las ideas que Seguí compartió sobre educación, y aquellas que terminó asimilando desde los grandes filósofos y maestros anarquistas y racionalistas. Tras su asesinato, cabe preguntarse si esas ideas, si esa educación soñad, fue construyéndose o quedó en los márgenes de la Historia.
Contexto educativo 1900-1923. Leyes. Tasas de analfabetismo
No son pocos los manuales de Historia de la Educación que obvian la influencia que la Escuela Moderna de Ferrer y un grupo numeroso de enseñantes racionalistas tuvo en el devenir de la Pedagogía, en España, durante las primeras décadas del siglo XX. Es injustificable el desprecio con el que se silencia la enorme labor de maestros y maestras racionalistas,con multitud de escuelas naciendo al amparo de ateneos y sindicatos anarquistas bajo los principios de una pedagogía libertaria que puso en valor, hasta el fin de la Guerra Civil, planteamientos educativos de enorme calidad metodológica.
Debemos comenzar situando la cuestión educativa en España durante la infancia de Salvador Seguí para comprender el abandono de la escuela y los posteriores planteamientos que hacia la cultura y la enseñanza mantuvo el Noi del sucre.
La Ley de Instrucción Pública de 9 de septiembre de 1857, conocida como Ley Moyano, se mantuvo en vigor hasta la Ley General de Educación de 1970. La Ley Moyano, con rasgos de centralidad y de subordinación del Estado frente a la Iglesia, estableció la gratuidad en primaria, pero solo para aquellos a quienes resultara imposible abonar una matrícula, y estructuró la enseñanza desde la elemental y obligatoria hasta la universitaria y profesional. Ahora bien, no garantizó el acceso a la enseñanza primaria a la mayoría: continuó con la segregación de sexos – incluso enseñando materias muy diferentes a niñas y niños-, y no impulsó ni la creación de escuelas ni la formación profesional a pesar de ser claramente causas del retraso y de la desigualdad social del país.
Con el inicio del siglo XX se crea, en 1900, para la modernización y el progreso educativo del país, el Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes, así como la Junta para Ampliación de Estudios de Investigaciones Científicas (1907), la Residencia de Estudiantes (1910) y la Residencia de Señoritas (1915), entre otras entidades.
La realidad es que ni la infancia, ni la juventud, ni la población obrera -incluyendo a las mujeres- se beneficiaron de un plan o de una legislación que no acometía la necesidad de reducir las horas laborales para formarse, que se olvidaba de ofrecer soluciones al trabajo infantil, gracias al que miles de familias subsistían, que no regulaba la creación de múltiples escuelas, que en la formación y modernización del profesorado continuaba muy alejado de llegar a la totalidad, que seguía garantizando la presencia de los pilares fácticos, de la Iglesia y del Estado, reprimiendo aquellas escuelas modernas que no le eran fieles. Esta era la realidad escolar estatal con la que creció Salvador Seguí.
En cuanto al nivel educativo de la población, si consideramos los trabajos de Viñao, Guereña, Gómez, Tiana y otros[1], al comenzar el siglo XX, sobre un total de 18.618.086 españoles, la tasa de población analfabeta era 11.875.790, es decir un 63,78 % de la población no sabía leer ni escribir. Si a ello sumamos el de la población semianalfabeta (aprendió a leer, pero no a escribir), el índice es abrumador y muy alejado de los principales países europeos. Las consecuencias para el crecimiento cultural, la igualdad económica y de género, la formación profesional que permitiera la modernización del país y la mejora en las condiciones de trabajo, así como el acceso a formas democráticas de expresión y representación quedaban cercenadas irremediablemente. Esta inacción del Estado llevó al movimiento obrero a buscar sus propias vías de formación.
La formación en Seguí. Autodidactismo.
Sabemos que Salvador abandona muy pronto la escuela, que le aburre, que no consigue quedarse quieto en las aulas mientras en la calle hay un mundo que le espera. Una y otra vez, sus padres intentan que recapacite, pero al no lograrlo, aceptan que su hijo deje la enseñanza y comience a trabajar. Ignoramos la escuela a la que asistió en sus primeros años, aunque sin duda, por las manifestaciones de apoyo al maestro Ferrer, en nada debió parecerse a una escuela racionalista. Salvador, a los 10 años empezó a trabajar encontrando un compañero que le prestaba libros ácratas y filosóficos. Así aprendió la importancia del saber. De manera que Seguí fue, como muchos anarquistas, un autodidacta que aprendió de los libros, de los grandes pensadores, de los compañeros y asistiendo a las conferencias de los ateneos. Así se convirtió en un “brillante orador”, en palabras de Viadiú.
El posicionamiento educativo de Seguí es uno de los aspectos menos estudiado hasta el momento. Conforme a los planteamientos de Mella, más que a los de Ferrer, considera que se trata de enseñar a lo largo de la vida, a la infancia y al movimiento obrero de forma permanente, pues sin formación no habrá un día después de la revolución. Podemos comprobarlo en algunos artículos y entrevistas o conferencias en los que menciona la importancia de la educación, así como en dos pequeñas novelas: El optimismo de Silverio Salgado, publicada en La Novela Roja en 1922 y Escuela de rebeldía, publicada formando parte de la colección La Novela Social.
Es transparente la voluntad de Seguí al situar en primer plano la toma de conciencia del proletariado mediante la formación, la reflexión, el diálogo entre compañeros, la asistencia a conferencias y con otros medios ajenos a las estructuras educativas y culturales de la oligarquía y el Estado.
Seguí entiende la labor del sindicato como la herramienta para que las masas se eduquen manteniendo una actitud digna entre los trabajadores, donde se coloquen en primer lugar los valores que la escuela debe vivir desde edad temprana. La actitud en el sindicalismo es el compromiso, el ejemplo para educar, basta con unos pocos y no con miles no preparados… “Nos interesó al principio tener diez trabajadores capacitados, dignos, conscientes de sus deberes y de sus derechos y no tener diez mil obreros que no supiesen resistir la persecución, el atropello, el hambre, la cárcel, toda esa lista de infamias con que se nos ha intentado amedrentar. Porque nosotros sabíamos que el ejemplo de esos diez sería bastante para educar a las masas en una escuela de mejoramiento social” (El Heraldo de Madrid, 4 de octubre de 1919).
En la línea de Kropotkin, sitúa la solidaridad en la base de toda acción: “Sin la solidaridad no puede existir la sociedad”, de ahí el rechazo al individualismo capitalista, a una escuela competitiva y segregadora. Seguí aspiraba a la educación para todos, lo que él no pudo tener: “porque la justicia no puede existir sin que se establezca una igualdad económica y se ofrezca a todos por igual los medios de una educación superior” (España Nueva 25 de octubre de 1920)
Ya en el encierro del Castillo de La Mola se pronuncia a favor de “crear nuestras Universidades y nuestros Ateneos”. Es clave la identificación del sindicato con su papel educativo: “Hemos comprendido que en el fondo todo es un problema de educación. Y con la educación desaparecerá en nosotros el sentimiento un poco mezquino de obreros para dar paso al más amplio de hombres”. (Vida Nueva, 1 de mayo de 1922).
La CNT convoca una conferencia para discutir temas de educación. Seguí considera que la educación de la “conciencia nueva” debe preceder a la revolución: “pero sí afirmamos que mientras no se eduque no se podrá hablar de verdadera emancipación, y que sostener lo contrario es engañarse o engañar a los demás” (Vida Nueva, 12 de junio de 1922).
Para Seguí no se puede llegar a la Revolución sin estar preparado para organizar el mundo del día después, por ello ha de acudirse a la formación continua, incluso “utilizaríamos lo utilizable de la burguesía”, destruyendo todo cuanto en la cultura perjudique al obrerismo: escuelas que perpetúen la desigualdad social, Universidades sin acceso para la clase trabajadora, instituciones que garantizaban la distancia cultural y los privilegios socioeconómicos.
Escuela Moderna y Escuela Neutral. La educación en los Congresos de la CNT
La Escuela Moderna fue fundada por Francisco Ferrer y Guardia en 1901, siendo asimiladas sus ideas por los grupos anarquistas que se identificaron con este modelo pedagógico. Las detenciones, el juicio y fusilamiento al que fue condenado el pedagogo catalán, a pesar de las protestas en España y en otros países, no impidieron que sus ideas y las de sus colaboradores, entre los que hay que destacar la inicial presencia de Clementina Jacquinet, se difundieran con la editorial en la que participó Anselmo Lorenzo, el Boletín de la Escuela Moderna y la publicación Humanidad Nueva.
Analicemos a continuación cómo se abordó la cuestión de la enseñanza en los congresos de la CNT durante la vida de Seguí y en los que él participó:
En el Congreso de Constitución de la CNT celebrado en Barcelona del 30 de octubre al 1 de noviembre de 1910, se presentó una ponencia que incidía en la creación de escuelas dentro de los sindicatos, empleando como método de enseñanza “la divulgación racional de los conocimientos científicos y en la aplicación de la enseñanza técnico-profesional”. Las escuelas debían sostenerse con las cuotas de los propios sindicatos o ateneos. Además, se hacía hincapié en la enseñanza básica; en la formación técnico y profesional y el empleo de la metodología racionalista, como la corriente pedagógica más acorde a los principios del movimiento libertario.
En el Congreso de Sants de 1918, en la cuarta ponencia, se aborda directamente la cuestión de la enseñanza. El sindicalismo se asocia a la escuela racionalista, pero se requiere la formación del magisterio y la dotación de los recursos necesarios para las aulas. Además, se decanta por la actitud positivista y utópica confiando en la educación como medio para la superación de la explotación de la masa trabajadora. Para conseguir estos fines, el sindicato ha de luchar para crear escuelas gratuitas; fomentar en el obrero la obligación y el derecho a formarse, optando por escuelas graduadas. La Ponencia finaliza con esta conclusión: “Es indiscutible que la Federación Local de Barcelona cuenta un número suficiente de federados que permite, estableciendo una cuota mensual de 0’20 pesetas, la recaudación de 84.000 pesetas anuales que se destinarían a estas escuelas”.
En el Congreso de 1919, desarrollado en el Teatro de la Comedia estuvieron entre otros enseñantes racionalistas Sánchez Rosa, Ramón Acín, Alberola, Eusebio Carbó y Quintanilla. La quinta ponencia concluye que hay que implantar escuelas racionalistas y crear un Comité pro-enseñanza con la finalidad de: “a) La creación de una Normal Nacional, donde se elabore la materia prima, bien sea perfeccionando a algunos compañeros ya iniciados en conocimientos pedagógicos o algunos discípulos aventajados salidos de las escuelas racionalistas. b) Que en dicha citada Normal nacional sean recogidos y educados los niños huérfanos de las víctimas de los atropellos e injusticias sociales, aprovechando para el profesorado los que demuestren inclinación y capacidad. c) Ayudar moral y materialmente a aquellos Sindicatos que, reconocido su esfuerzo máximo para poner en práctica esta necesidad, no puedan llegar a su realización. d) Para realizar todo lo cual se deberá implantar una cuota obligatoria, que pudiera ser de diez céntimos mensuales o de una peseta anual, de cuyos ingresos se hará cargo el citado Comité pro enseñanza” Se urge a la creación de escuelas por parte de los sindicatos que tuvieran ya la disponibilidad y las fuerzas suficientes para hacerlo; que las escuelas no estuvieran masificadas, limitando el número de alumnos; que los locales contaran con las adecuadas condiciones de “higiene, ventilación y alegría necesarias”. Mediante la “implantación de una escuela de adultos preparatoria para que los individuos reúnan las condiciones necesarias para desempeñar los cargos administrativos y delegaciones, para desenvolver con acierto la propaganda, forma de llevar en buena norma las discusiones y ponerles en conocimiento de toda la legislación social internacional”, se extiende la cultura a todas las edades.
El asesinato de Salvador Seguí el 10 de marzo de 1923 y de sus compañeros no detendrá la labor de algunas escuelas racionalistas que irán sorteando los límites y la represión durante la dictadura de Primo de Rivera; si bien, será durante la República y en plena Guerra Civil cuando el número de dichas escuelas crecerá en los ateneos y todas ellas contarán con el apoyo de las Federaciones Locales y Regionales de Escuelas Racionalistas.
La dificultad para crear escuelas continuadoras de una enseñanza racionalista y el difícil ejercicio de los principios de la pedagogía libertaria en la escuela pública, son dos aspectos claves sobre los que reflexionar en la situación educativa que vivimos, donde la presencia de un modelo neoconservador está convirtiendo la educación en el nuevo y lucrativo nicho de enriquecimiento, a costa de un pilar esencial para el desarrollo, la igualdad y el futuro de la sociedad. Necesitamos imbuir a la comunidad educativa del sentido solidario y del pensamiento crítico que caracterizaba a Seguí y al profesorado racionalista.
BIBLIOGRAFÍA
Agustín Escolano (dir) Leer y escribir en España. Doscientos años de alfabetización. Fundación Germán Sánchez Ruipérez, Madrid, 1992.
Narciso de Gabriel “Alfabetización, semialfabetización y analfabetismo en España (1860-1991)” Revista Complutense de Educación, vol. 8, nº 1, 1997.
Mercedes Vilanova Rivas, Xavier Moreno Juliá. Atlas de la evolución del analfabetismo en España de 1887 a 1981. Madrid CIDE, 1992.
Antonio Viñao Fraga “Analfabetismo y alfabetización” en Jean Louis Guereña, Julio Ruiz Berrio, Alejandro Tiana (eds.) Historia de la educación en la España contemporánea. Diez años de investigación (1983-1993). CIDE, Madrid, 1994.
[1] Antonio Viñao Fraga “Analfabetismo y alfabetización” en Jean Louis Guereña, Julio Ruiz Berrio, Alejandro Tiana (eds.) 1994, Historia de la educación en la España contemporánea. Diez años de investigación (1983-1993), Madrid, CIDE.; Mercedes Vilanova Rivas, Xavier Moreno Juliá, Atlas de la evolución del analfabetismo en España de 1887 a 1981, Madrid CIDE; Agustín Escolano (dir9, 1992, Leer y escribir en España. Doscientos años de alfabetización, Madrid, Fundación Germán Sánchez Ruipérez; Narciso de Gabriel “Alfabetización, semialfabetización y analfabetismo en España (1860-1991)” en Revista Complutense de Educación, vol. 8, nº 1, 1997 Universidad Complutense, Madrid, 1997
[Este artículo se publicó en el Libre Pensamiento nº 113, Primavera 2023]