Detrás de un sobrenombre que nos hace pensar en un personaje de ficción, se esconde una personalidad clave para entender el origen y la evolución de los movimientos sociales en nuestro país.
A principios del siglo XX, en una Barcelona que revienta de miseria y de rabia, Seguí se erige en el líder natural de una clase obrera que toma conciencia de sí misma y que se da cuenta de su poder. Al frente de la CNT, el Noi del Sucre contribuye a la consecución de hitos inimaginables, como la aprobación de la jornada laboral de ocho horas.
Seguí es un personaje inclasificable, un hombre de acción y de formación autodidáctica quien, en una época en la que son frecuentes las bombas, tiene en la palabra su principal arma. Admirado e incómodo a partes iguales, es ferviente practicante de aquello que años más tarde se denominará cultura del pacto.
Salvador Seguí es una pieza que falta en el rompecabezas de nuestra historia. A menudo olvidado o reivindicado con la boca pequeña. Cien años después de su asesinato, una realidad obstinada a repetirse da plena vigencia a su discurso.
Sería un error pensar que queremos fomentar al culto a la personalidad al recordar los rasgos característicos de Salvador Seguí Rubinat el «Noi del Sucre», que van tan estrechamente ligados a una época de la historia del movimiento obrero de este país. Porque no se puede hablar del Noi sin mencionar todo el valor intrínseco de aquellas luchas heroicas que representaban la madurez de la clase obrera puesta a prueba en numerosos conflictos planteados a la patronal.
La CNT se hallaba en plena actividad, en plena acción directa y constructiva, enfrentándose con los enemigos seculares de la clase trabajadora y contra todo aquel que se oponía al progreso cultural del pueblo. La CNT era la realización de los anarcosindicalistas españoles que quisieron demostrar que los ideales libertarios no eran letra muerta ni una fantasía propia de cerebros exaltados.
Con el asesinato, hace 100 años, de Salvador Seguí desapareció una de las figuras más destacadas del sindicalismo revolucionario. Aunque su obra teórica fue básicamente oral, su pensamiento quedó reflejado en los artículos que se publicaron en la prensa que también se hizo eco de sus múltiples mítines y conferencias. Además, Seguí fue también autor de una pequeña novela social «Escuela de rebeldía», publicada póstumamente. Por cierto, ¿Cuándo la escribía presentía que acabaría asesinado como el sindicalista de su historia? Porque en realidad, la trama es la historia del Noi hasta incluso en su desenlace.
La Historia ha situado a Salvador Seguí en un lugar preeminente, porque pertenece a aquellas figuras luminosas que ni la muerte ni el tiempo les quitan resplandor, al contrario, son tan sólidas que su recuerdo es perdurable. Su legado pervive un siglo después. Seguí fue luz y estallido de rebeldía, de una rebeldía que abarcaba el Ideal.
La Fundación Salvador Seguí y la Confederación General del Trabajo, con la exposición El universo de Salvador Seguí, quieren mantener viva su memoria y reivindicar el legado de la militancia anarcosindicalista, obreras y obreros que como Seguí, supieron plantar cara a la adversidad y que con su acción propiciaron el alumbramiento de un mundo mejor.
La Fundación Salvador Seguí y la Confederación General del Trabajo (CGT) conjuntamente han organizado una serie de actos y editado materiales para conmemorar el Centenario del asesinato de Salvador Seguí Rubinat «El Noi del Sucre»; y, con él, también homenajear a las víctimas obreras (fundamentalmente cenetistas) de la violencia del pistolerismo patronal y de los aparatos de Estado entre los años 1919 y 1923; y a las pioneras y pioneros del anarcosindicalismo (la construcción de la CNT, las huelgas generales de 1916 y 1917, el Congreso de Sants, la huelga de la Canadiense, el Congreso de la Comedia, etc).